(Esto lo escribí en 2002. Ahora quizá matizaría algunas de
las cosas que dije, pero creo que merece la pena mantener el texto tal como lo
redacté entonces)
La democracia es un sistema político que asiste hoy en día
a su triunfo y a su fracaso. Hoy en día nadie la discute, muy pocos dudan que
sea el mejor de los métodos (o, al menos, el menos malo) para elegir a aquellos
que nos gobiernan. Pero, por otro lado, en las sociedades occidentales, la
apatía política de los votantes va en aumento, desengañados de la clase
política de sus respectivos países, más interesados en perpetuarse en el poder,
y de servir a los intereses de unos pocos, que en atender a las peticiones del
ciudadano de a pie.
¿Realmente la democracia debe limitarse únicamente a votar
cada cuatro años a aquellos que nos gobiernan? ¿Es el sistema democrático que
funciona en los países autodenominados como tales (con todas sus variantes) un
sistema de elección justo?
Respecto al fenómeno de la abstención, que los políticos
consideran como signo de apatía de aquellos que no van a votar, considero que
el sistema de voto debería recoger algo más que el apoyo a unos candidatos.
Igual que existe el voto en blanco, debería existir el voto “en negro”, que
significara aproximadamente “he ejercido mi derecho al voto, pero considero
inaceptables todas las alternativas que se me ofrecen”, que fuera una especie
de toque de atención a los políticos, en lugar del voto en blanco, que se
añaden a la opción más votada sin más. Los votos negros serían un “indicador
del descontento” de los votantes hacia sus políticos, y al menos quedaría clara
la discrepancia frente a ellos, en contraste con la abstención, los votos en
blanco y los votos nulos.
Seguro que, cuando los “votos negros” fueran un porcentaje
considerable, los políticos se “pondrían las pilas” y empezarían a replantearse
sus acciones.
Por otro lado, quería comentar otro de los problemas de la
democracia, tal y como se está aplicando actualmente, y que ya Platón y
Aristóteles criticaron en su día. Quisiera que no se me malinterpretara, así
que intentaré explicarme lo mejor que pueda. En una sociedad más o menos
homogénea, en la que todos los ciudadanos tuvieran un nivel cultural alto, con
acceso a toda la información necesaria para poder tomar una decisión
equilibrada y racional, de modo que los ciudadanos siempre tuvieran claro lo
que desean y lo que no frente a cada cuestión planteada, es normal y lógico que
se aplique el lema “un hombre (o mujer, por supuesto), un voto”.
Mas, ¿qué es lo que sucede en las sociedades actuales? Que
precisamente hay una gran heterogeneidad entre sus miembros, grandes
desigualdades en la formación, y la información que nos llega está muy
manipulada y tergiversada, de modo que en general los ciudadanos no están en
condiciones de saber qué es lo que quieren para el buen gobierno de su país. En
estas condiciones, ¿no sería bueno que hubiera un “voto de calidad” entre los
ciudadanos más y mejor formados? Cuando el pueblo se torna “populacho” malamente
puede decidir racionalmente el gobierno que desea. Y sin embargo en la
democracia el voto es uno, independientemente de la condición del votante.
Esta idea ya se había formulado antes (por ejemplo, por el
filósofo liberal John Stuart Mill), solo que con un toque marcadamente
elitista. Por mi parte, no estoy de acuerdo en fomentar elites, pero... ¿no se
le debería dar más peso específico al voto de aquellos que estén más
preparados, que sean en definitiva más sabios? Aunque queda, claro está,
el problema de quién decide que el voto de alguien valga más que el voto de
otro.
A propósito del sistema político, quería comentar otra
característica que ha aparecido en los últimos años en las democracias
occidentales, y es el desprestigio de los partidos políticos en beneficio de
otro tipo de organizaciones y asociaciones más desligadas del juego político,
pero en las que los ciudadanos tienen una participación más directa, como sería
el caso de las organizaciones no gubernamentales, plataformas reivindicativas,
y demás asociaciones. Una de las cuestiones que yo misma me planteo es:
¿deberían los partidos políticos “reformarse”, abrirse a los ciudadanos, que se
empapen de más democracia interna, o estos deben considerarse ya caducos y ser
sustituidos por otro tipo de organizaciones?
La participación política se encuentra hoy en día tan
encorsetada, tan circunscrita a unas personas y unos ámbitos profesionales, que
difícilmente puede responder con celeridad y eficiencia a muchos problemas que
exigen una respuesta rápida y satisfactoria. Ya no valen componendas entre
grupos políticos, repartos de poder, “hoy por ti mañana por mí”...en
definitiva, lo que es el día a día del político. La degradación del medio
ambiente, la precariedad en el trabajo, los índices de desempleo, la ayuda a
los países más desfavorecidos, y tantos otros problemas, deberían ser
afrontados con auténtica voluntad de resolverlos, no con la intención de que
todo cambie para que todo siga igual.
Pero, para que los políticos reciban el toque de atención,
deben de estar más presionados por la ciudadanía, así que nos corresponde a
todos participar utilizando las armas de las que disponemos, aunque estas sean
pocas y muy manipulables.
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