viernes, 27 de marzo de 2020

La importancia de la educación


Siempre que he reflexionado acerca de cómo conseguir una sociedad mejor, he acabado llegando a la conclusión de que la educación es la condición primera para llegar a formar a nuevas personas, que a su vez transformarían la sociedad para hacerla más justa.
En primer lugar, la adquisición de cultura nos aporta un bagaje de conocimientos que nos hace comprender la relatividad de muchos de nuestros juicios de valor: conocer otras culturas nos hace comprender que hay valores en otras culturas que pueden llegar a ser tan válidos como los nuestros. En segundo lugar, nos hace más críticos frente a la avalancha de información que sufrimos en las sociedades occidentales. Sin un mínimo de sentido crítico, estamos a merced de la maquinaria generadora de opinión, que nos muestra la realidad de forma sesgada y parcial, de modo que acabamos creyendo que la visión que nos ofrecen los medios de comunicación es la única posible.
Por desgracia, son malos tiempos para la cultura. Los gobiernos siempre “meten la tijera” en los presupuestos de educación y en las medidas sociales, se recorta el Estado del bienestar y la educación es una de las grandes perjudicadas. Con ello la calidad de la enseñanza pública desciende de manera preocupante, y, para más inri, se nos “sugiere” que debemos acudir a la enseñanza privada (léase “de elites”) para conseguir una preparación de calidad.
Para evitar que esta situación se degrade todavía más, debemos ser conscientes de que la educación es un derecho al que no debemos renunciar. Y no debemos conformarnos con una enseñanza de simple acumulación de conocimientos, sino que esta debería llevarnos a sintetizar, a extraer nuestras propias conclusiones, a elaborar aquello que hemos aprendido. Que se fomente en las escuelas la afición a la lectura, no obligando a leer, sino mostrando cuán apasionante puede llegar a ser un libro, y lo mucho que una buena lectura nos puede cambiar la vida.
De todas formas, no hay que pensar que la escuela es la única responsable de la formación de los niños. Como padres, tenemos la responsabilidad de seguir de cerca la educación de nuestros hijos, de preocuparnos del nivel de la enseñanza, de conseguir que tengan una formación completa. Allá donde no llegue la escuela, deben llegar los padres.
Sin un mínimo de cultura, somos borregos a merced de lo que el Poder quiera de nosotros. Como dijera Kant, el gran filósofo alemán, “¡atrévete a saber!”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario