miércoles, 23 de febrero de 2022

Escondido en la jungla de Internet

 

Después de un par de meses de no asomarme por aquí a escribir una entrada, me apetece reflexionar sobre el hecho mismo de escribir un blog.

Aunque hay muchos blogs exitosos ahí fuera con millones de visitas, el mío es uno de tantos millones de blog que apenas nadie lee. No es que tuviera muchas expectativas al respecto, pero resulta curioso (y hasta cierto punto descorazonador) que mis entradas más leídas apenas superen las cien visitas.

Es cierto que no soy famosa y mi presencia en las redes sociales es más bien escasa, lo que desde luego no ayuda. Tampoco la temática del blog, dedicado a mis novelas y a reflexiones sobre lo humano y lo divino que le resultarían extrañas a la mayoría de la gente. A pesar de que mis cinco novelas son gratuitas en formato electrónico, no es que hayan tenido mucho eco, más allá de un par de grados de separación (o al menos a mí no me ha llegado ese eco). Todo esto hace que me dé cuenta de que, en esta jungla de Internet, la publicidad lo es todo.

Y tengo que confesar que no tengo ni tiempo ni ganas de dedicarme a dar publicidad a lo mío.

Entonces, os preguntaréis (en el caso de que haya alguien leyendo esto que no sea la NSA, la CIA o Google): ¿para qué te esfuerzas siquiera en mantener este blog? ¿No es un poco tonto escribir para… bueno, para NADIE?

Para responder a estas preguntas, habría que plantearse por qué alguien escribe, en primer lugar. Al menos en mi caso, escribo para expresar parte de mi mundo interior como motivo principal, y en segundo lugar por si a alguien le sirve o le gusta o se siente identificado con lo que digo. O sea, llegar a otros no es mi objetivo principal, pero sí es un objetivo.

Me gusta escribir y dejar mis reflexiones por aquí, siempre que considere que merecen la pena o no me dé demasiada pereza ni pudor pasarlas de mi mente a palabras escritas. El problema está en llegar a ese «alguien» en la jungla de Internet. Y más cuando el formato blog ya hace años que perdió su atractivo en favor de las redes sociales y de su cacofonía de contenidos de fácil consumo que requieren nula reflexión.

Aun así, y aunque suene muy típico, me gustaría pensar que este blog es como un mensaje en una botella de entre cientos de millones de botellas que hay flotando en el océano. Durante mucho tiempo la botella está flotando, ignorada por todo y por todos, hasta que un buen día (por vete tú a saber qué motivos o azares de la vida) alguien la destapa y se asoma a su contenido.

Este mensaje será una prueba de cuántos van a destapar la botella. Por favor, deja un comentario si eres ese «alguien». Y gracias por leerme.