miércoles, 13 de mayo de 2020

Yo sí quiero pagar impuestos


El pago de los impuestos al Estado en cualquiera de sus variantes siempre nos resulta un fastidio. Nos da la impresión de que nos roban nuestro dinero. He aquí dos de las excusas que he escuchado más a menudo para no querer pagar impuestos:

1. "Los políticos dilapidan el dinero público y se quedan con buena parte". Aunque pueda ser cierto en algunos casos, no es una excusa para dejar de faltar a nuestro deber de ciudadanos. Si quieres que los políticos que nos gobiernan sean honrados, implícate en su elección, aunque solo sea votando. Aunque hay muchos en las redes sociales que fomentan esta idea, no es cierto que todos los políticos sean iguales.

2. "Si los más ricos no pagan impuestos, ¿por qué tengo que hacerlo yo?". Es cierto que por lo general los más ricos utilizan lo que eufemísticamente se llama "ingeniería fiscal" para pagar menos de lo que les correspondería, pero eso tampoco es una excusa. Tú encárgate de cumplir con tu parte, y ya se encargarán otros de vigilar porque se paguen los impuestos. La existencia de paraísos fiscales en el mundo y de leyes que permiten que el "gran dinero" se refugie del alcance del fisco es algo que debería cambiar, pero por desgracia es algo que no depende de nosotros, más allá de elegir a políticos que sean menos permisivos con el fraude fiscal, aunque sería mucho mejor que no tuvieran ninguna tolerancia hacia él.

Fernando Trias de Bes, economista español, proponía que todo el mundo, independientemente de sus ingresos, pagara un tipo fijo del 20% de impuesto por rentas del trabajo, esto es, independientemente de sus ingresos. Pensad que la gente muy rica que hay por ahí está muy lejos de pagar ese porcentaje. Aunque, con los sueldos precarios que se están pagando en los últimos años, me parecería un abuso arrancar un 20% a un sueldo ya de por sí escaso.

De todas formas, me gustaría ir al fondo de esa reticencia a pagar impuestos. En última instancia, parece que viene por una falta de sentido de comunidad, por un lado, y de no aceptación del llamado "contrato social", por otro. En la sociedad occidental se ha fomentado tanto el individualismo, el "que cada palo aguante su vela", que nos cuesta ser conscientes de que pertenecemos a una colectividad que tiene unas necesidades básicas que todos hemos de ayudar a sufragar. Justamente el contrato social consiste en que los ciudadanos ceden al Estado ciertas prerrogativas y a cambio el Estado ofrece ciertas seguridades y prestaciones.

Los Estados se financian con impuestos de muchos tipos, ya sea directos (el impuesto sobre la renta) o indirectos (el IVA, por ejemplo, para los que vivimos en la Unión Europea). Los hay que se pagan independientemente de nuestro nivel de ingresos, y los hay que dependen directamente de ellos.

Los Estados no pueden dar los servicios que dan si no tienen dinero para pagarlos. No puede ser que exijamos que nuestros gobernantes hagan esto o aquello y luego llevemos a cabo todas las triquiñuelas posibles para evitar pagar impuestos. Los que nos gobiernan no pueden sacar dinero de donde no hay, igual que tampoco podemos hacerlo nosotros en nuestra economía doméstica.

Otra cuestión es qué tipo de Estado queremos: si uno bien "delgadito", que apenas cubra la defensa nacional y cuatro cosas más, o un Estado más grande que maneje por ejemplo un sistema sanitario público y universal y una educación pública desde parvulario hasta la universidad, así como que ofrezca cobertura por desempleo y otras prestaciones. Lo que en las sociedades occidentales se ha llamado "Estado del bienestar", que lleva años en serio peligro de desaparecer.

Por todo esto, me resulta muy sospechoso que haya politicos que incluyan la bajada de impuestos en sus promesas electorales. En primer lugar, porque en ocasiones anteriores esas bajadas de impuestos a quienes más ha beneficiado es a los que más tienen, y en segundo lugar porque nunca suelen ser proporcionales o se hacen sobre impuestos indirectos que debe pagar todo el mundo. Además, ¿qué ganamos todos con pagar menos impuestos? Que el Estado tenga menos dinero con el que prestar servicios, hacer infraestructuras públicas, etc. O como en épocas como esta, que no puedan hacer frente a una necesidad básica de la gente que se ha quedado sin recursos para subsistir.

Ojalá fuéramos conscientes de que el fraude fiscal no solo perjudica al Estado, que deja de recaudar dinero, sino a todos nosotros, que podemos ver los servicios básicos seriamente mermados. Otra cosa es que el dinero recaudado se gestione de manera deficiente o fraudulenta, pero esa es otra cuestión.