sábado, 26 de diciembre de 2020

Lo que he aprendido este año

 Ahora que el año toca a su fin, parece que toca echar la vista atrás y reflexionar sobre lo que ha traído y sobre lo que he aprendido.

Por supuesto, no puede haber repaso al año sin mencionar la pandemia de COVID-19. El virus ha sido el maestro principal de este año, sin duda. Ya he escrito lo que he aprendido de él en entradas anteriores de mi blog, pero quiero destacar que me ha servido para mirar más hacia el interior y para ser más consciente de las cosas que verdaderamente importan.

También he aprendido que es vital no rendirse, aunque sean muchas las veces en que estemos cansados de tanta restricción por la pandemia. Hay que ver esto como una carrera de fondo en el que gana quien resiste hasta el final. No sirve de nada que los primeros meses tengamos todas las precauciones del mundo y que luego relajemos la guardia. Es muy triste sucumbir por la última bala que se dispara en una guerra. Y ya sé que no todo el mundo comparte esta opinión, pero tengo confianza en que las vacunas puedan sacarnos de esta y podamos volver a una vida más parecida a la normalidad. Aunque el virus siga con nosotros, ya no tendrá la capacidad de hacer el mismo daño que está haciendo ahora.

He aprendido a valorar más el tiempo que se pasa con la familia, pues es el mayor sostén en los momentos difíciles. Es importante mantener la armonía en el hogar, ceder si hay que hacerlo, expresar tu opinión cuando sea necesario.

He tenido la ocasión de escribir mucho. Curiosamente, en las semanas de confinamiento más estricto no encontré el momento ni la inspiración, pero sí que tuve ocasión de leer bastante y eso siempre enriquece y da material para reflexionar primero y escribir después. Después sí que tuve la predisposición y la inspiración de escribir, sobre todo durante este otoño, en el que he terminado la redacción de mi última novela, Las tres visitas, que espero publicar a primeros del año que viene. También he traducido una novela maravillosa, Los jardines del Edén, de Rick Warren, y estoy terminando de preparar la publicación de la traducción al español de un ensayo brillante de Jeffrey Wattles, Vivir en verdad, belleza y bondad. Y volviendo a la producción propia, he escrito dos presentaciones sobre temas de El libro de Urantia y otra junto con Sebastián Nozzi que se dará en abril del año que viene durante la conferencia internacional de la Asociación Urantia organizada por Urantia Perú.

A diferencia del año anterior, este (por razones obvias) no ha sido un año de viajes, pero sí que recuerdo con especial cariño el viaje de diez días que hice con mi familia por tierras de Portugal a primeros de septiembre y que nos llevó previa parada en Mérida hasta Lisboa, Sintra, Óbidos, Coimbra, Porto y Bragança. Hay que disfrutar los viajes y en general la vida como si ese fuera el último viaje, pues nunca sabes lo que te puede suceder después.

Y por último, pero no por ello menos importante, este año he perdido a dos grandes amigos, Carmelo y José Manuel, pero sé que el universo los ha ganado y que siguen su viaje al Paraíso. Un viaje que yo algún día emprenderé, cuando mi tiempo aquí haya terminado. De momento hay que seguir trabajando para la satisfacción de lo Alto y tener la mirada en el cielo y los pies en el suelo.

Espero que los que lean estas líneas tengan una buena entrada de año. Nadie sabe cómo será 2021. Es posible que sea peor que este, pero también que sea mejor, ¿por qué no? En cualquier caso, deseo que sea un año de aprendizaje valioso para todos.