martes, 21 de abril de 2020

Confinamiento

Esta es la sexta semana que llevo en confinamiento, y hacía tiempo que quería escribir sobre cuál está siendo mi experiencia ante una situación que se nos ha presentado a todos por primera vez.

Esta situación, aun siendo terrible para mucha gente (y no solo para la que está enferma luchando por su vida en un hospital), puede sobrellevarse bien si se toman una serie de medidas. A mí me están funcionando, y espero que puedan servirles a otros también.

Crear una rutina diaria

En mi caso, que teletrabajo, me levanto siempre a la misma hora, entro a trabajar a una hora concreta (aunque no tendría por qué) y cierro el ordenador más o menos a la misma hora (salvo que haya alguna emergencia que atender). Procuro levantarme de vez en cuando, salir a la terraza a que me dé el aire. Hago las tres comidas del día más o menos a la misma hora y procuro no irme a dormir más tarde de las once, para mantener un horario de sueño más o menos constante.

Los fines de semana intento seguir otra rutina, más parecida a la que llevaba antes del confinamiento, excepto por el hecho de que no salgo de casa.

Hacer algo de ejercicio físico

Cuando acabo de teletrabajar, tengo la rutina de completar 5.000 pasos al día. Al principio los hacía dentro de la casa, pero últimamente los hago dando vueltas al patio. También va bien para que nos dé el aire y el sol y así despejarnos un poco.

Mis hijas hacen ejercicios de estiramientos en días alternos, aprovechando las clases virtuales que se dan en las redes sociales. Hay miles de ellas para todos los gustos y niveles.

Mantener unos hábitos de higiene constantes

Parte de la rutina es la ducha diaria antes de empezar la jornada. También es importante ir lavándose las manos con frecuencia. Al principio tenía las manos muy secas, pero me da que ya se han acostumbrado o que quizá al hacer subido un poco la temperatura no se dañan tanto. En cualquier caso, es una buena manera de mantener gérmenes y virus alejados de nosotros.

Vestirse

Puede parecer una tontería, pero me propuse vestirme cuando empezara con el teletrabajo de la misma forma que si fuera a la oficina, y eso me ha hecho sentirme mejor. Ni siquiera en fin de semana estoy mucho tiempo en pijama, pues eso me da sensación de dejadez. Personalmente me anima vestirme como para salir a la calle (aunque siga llevando zapatillas de estar por casa), para mí da sentido a lo que estoy haciendo.

No obsesionarse con las noticias sobre el coronavirus

Es bueno para la salud mental no obsesionarse ni angustiarse con las noticias sobre el coronavirus y evitar estar conectado todo el rato a las redes sociales leyendo información relacionada. En mi caso me informo a una hora concreta del día (suele ser a primera hora, antes de ponerme a teletrabajar).

Mantener contacto regular con familiares y amigos

Seguir en contacto con la familia y amigos por teléfono o por Internet nos ayuda a sentirnos acompañados. Creo que ahora estoy más en contacto con familia y amigos que antes del confinamiento. Realmente todos nos estamos dando cuenta de la importancia de cultivar las relaciones personales. Al fin y al cabo, y como dice el refrán africano, "yo soy porque nosotros somos".

Aprovechar el tiempo libre para hacer cosas que nos gusten

Si hay algo que sobra en el confinamiento es tiempo. Procuro leer un poco cada día, ver vídeos de temas que me interesan, programas de televisión de temas que me gusten, series que tenía pendientes de ver (aunque eso me cuesta más). También aprovecho para hacer trabajo relacionado con El libro de Urantia (ese no falta nunca). ¡Os aseguro que los días se me pasan volando!

Apoyarse en las relaciones humanas en los días malos

Días malos los ha habido y los habrá para todos. El día que uno se encuentre especialmente decaído, es vital que los demás sean comprensivos y le ayuden. El desánimo nos puede visitar a todos en un momento dado. Una cosa que a mí por ejemplo me da fuerza es salir al balcón de casa a las 8 de la tarde para aplaudir. Se hace en homenaje a los que están en los hospitales cuidando de los enfermos y a todos los que trabajan para que sigamos viviendo en la civilización, pero también es un momento para crear comunidad con los vecinos de la calle y darnos ánimos mutuamente. Es un pequeño gesto que tiene una gran repercusión.

No angustiarse por lo que pasará después

Sé que es inevitable pensar en lo que pasará con nuestro entorno en particular y el mundo en general una vez el COVID se vaya después de cobrarse su peaje en vidas y ruina económica. El panorama que nos pintan es muy sombrío, pero también es cierto que no arreglamos nada angustiándonos ahora. A veces me pongo a pensar en lo que puede pasar y es cierto que da vértigo, pero intento ahuyentar esos pensamientos y centrarme en el día a día.

Además, como dijo un gran hombre: "para un creyente del reino, ¿qué importa si todas las cosas materiales se derrumban?"




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