Nunca
han sido buenos tiempos para la Verdad, tenga mayúsculas o minúsculas, pero sí
que es cierto que nunca como hasta hoy ha sido tan fácil disfrazar la mentira
de verdad, con la inestimable ayuda de las redes sociales y las nuevas
tecnologías. Si a eso le añadimos que vivimos en tiempos en los que no hay
tiempo para la lectura sosegada y la reflexión, tenemos la tormenta perfecta.
Nunca
en la historia de la humanidad las personas habían tenido tanto acceso a la
información, pero justamente eso ha hecho que estemos empachados de datos. Nos
quedamos en los titulares; un texto de más de 150 palabras ya nos parece
demasiado largo. Y si no hay tiempo de leer la noticia entera, mucho menos se
comprueba si esa noticia es cierta o no. Y eso, que ya es grave de por sí, no
es menos grave que el hecho de que la compartimos porque lo que hemos leído ha
provocado algún tipo de reacción emocional en nosotros, sin ejercer previamente
un mínimo de espíritu crítico.
Y
hablando de espíritu crítico, buena parte de la culpa de que sea difícil de
encontrar entre nuestros congéneres es que la educación ha descuidado
fuertemente este aspecto. ¿Consecuencia involuntaria o efecto deseado? Es
difícil de determinar. Con todo, eso no sería tan catastrófico si en el seno
familiar se fomentara cuestionar la información recibida y el espíritu crítico,
como manera de compensar la carencia. Por desgracia, en muchos hogares no se
lleva a cabo esa tarea, que requiere de tiempo y dedicación.
El
mismo término “posverdad” tiene un aire al “doblepensar” que aparecía en la
novela de Orwell 1984 que desde luego debería hacernos reflexionar. ¿Cómo puede
contener una palabra justo lo contrario de lo que realmente significa? ¿Por qué
lo llaman “posverdad” cuando quieren decir “mentira”? ¿Qué hay de verdad en la
posverdad? No hay nada, en realidad, pero automáticamente nuestro cerebro no
reacciona igual ante la palabra “mentira” que ante un eufemismo u otra palabra
que incluso contiene “verdad”.
Atendiendo
a lo que realmente significa “posverdad”, significaría “aquello que va después
de la verdad o que está más allá”. ¿Qué hay más allá de la verdad? No puede ser
la mentira ni hechos falsos o tergiversados, eso desde luego.
Es
preciso estar con los oídos y los ojos bien abiertos, y en estos tiempos mucho
más que nunca. La posverdad hace que la gente vote de una manera y no de otra,
crea unas cosas y no otras, actúe de una manera y no de otra. Y la verdad, como
dijo el Maestro, nos hará libres.
Cosa
que no hace la posverdad.
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