Sé muy bien que nadie convence a nadie, sino que es uno mismo el que cambia de opinión o se convence de un argumento o postura. Pero desde hace días me apetece escribir una réplica a los posibles argumentos que me lanzaría alguien que no cree en Dios.
Por supuesto, no son argumentos incontestables (porque no los hay si el otro no cree o no tiene predisposición a creer) pero, como dicen en El libro de Urantia: «El hombre que conoce a Dios no describe sus experiencias espirituales para convencer a los incrédulos, sino para la edificación y la satisfacción mutua de los creyentes.» (30.5) 1:6.6
Así que, aunque sé que estoy «predicando al coro" (como dicen en inglés), ¡allá voy!
1. No hay vida después de la muerte. Cuando morimos se acabó todo.
¿Y ya está? ¿En serio? Que nadie haya regresado de la muerte no significa en absoluto que no haya algo más allá. Otro tipo de existencia, otra vida con otro cuerpo distinto y más liviano. ¿De qué han servido si no todas nuestras experiencias? ¿Piensas, como decía el androide Roy Batty en Blade Runner, que «Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia»? Los vínculos con otras personas, las experiencias que hemos vivido y que nos han hecho progresar y ser más fuertes, el amor que hemos sentido... ¿a quién le van a servir si todo se acaba? ¿Qué propósito tienen? No, el universo no puede ser tan aterrador ni tan ausente de propósitos.
2. El universo no está creado por un Creador.
Este argumento es el que más me asombra. ¡Si hay señales por todos lados de que hubo un Creador! ¿Cómo puede surgir orden del caos? ¿La procesión ordenada de galaxias, estrellas y planetas se debe a la casualidad y a un par de leyes de la Física? ¿El surgimiento de la vida en un planeta se debe únicamente al azar y la necesidad? Ojo, que tampoco estoy diciendo que Dios se encargó de todo, porque delega siempre en otras criaturas todo lo que no sea imprescindible que Él haga. El orden no surge de manera natural: alguien tiene que haberlo creado, programado, previsto.
Me da igual cómo se llame al Creador-Hacedor-Organizador. Ni siquiera hay que recurrir a las religiones para llegar a esa conclusión: tan solo hace falta echar una mirada desprejuiciada y reflexiva a los procesos materiales para ver la belleza del orden y la mano inteligente que hay detrás.
3. Jesús no es el Hijo de Dios (si no hay Dios, no hay hijo).
Aquí sí que apelo a la experiencia personal que tengamos con Jesús, a cómo lo veamos y quién es para nosotros en nuestra vida. Hay muchas personas adscritas a otras religiones y doctrinas religiosas que no ven a Jesús de Nazaret como Hijo de Dios sino como un profeta, un avatar o una persona especialmente iluminada por la sabiduría. Respeto absolutamente esas actitudes; lo único que puedo decir es que yo pienso y experimento otra cosa respecto a la figura de Jesús.
4. Jesús no hizo milagros. Los milagros no existen porque no existe lo sobrenatural.
En la primera parte sí estoy más o menos de acuerdo. Lo que hizo Jesús no se puede considerar milagros, pues esos supuestos actos sobrenaturales estaban relacionados con la aceleración de procesos naturales en el tiempo y el espacio. Milagro es todo aquello que sucede sin que sepamos cómo, pero no tiene por qué ser algo sobrenatural. A un hombre primitivo le parecería magia todo lo que hace un teléfono móvil o cualquier otro aparato que usamos en nuestra vida cotidiana.
Ahí fuera hay seres de un orden distinto al nuestro que pueden manipular el entorno físico y no por ello obran milagros. En cuanto a que lo sobrenatural no exista... recurro a la famosa cita de Shakespeare: «Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que todas las que pueda soñar tu filosofía».
5. Jesús no fue resucitado pues va en contra de la ciencia.
Si entendemos por resurrección volver a la vida en el mismo cuerpo que se tenía, lo de Jesús no fue una resurrección. Como se explica muy bien en El libro de Urantia, Jesús resucitó en un cuerpo moroncial (hecho de una sustancia menos densa que la materia pero más densa que el espíritu). Ese tipo de sustancia no puede verse con los ojos de carne y hueso, pero se puede hacer visible gracias a la acción de unos tipos concretos de seres. Por otra parte lo que experimentó Lázaro, el amigo de Jesús, sí fue una resurrección tal como se entiende comúnmente. Lázaro estuvo muerto y regresó a la vida en el mismo cuerpo que tenía (al que me imagino que le harían unos arreglillos para que no volviera a morirse demasiado pronto). Me parece muy curioso que Lázaro acabara falleciendo años después de la misma enfermedad que le llevó a la tumba la primera vez, una vez se acabó la prórroga que le habían concedido.
¿Que es una cuestión de creerse lo que cuenta el libro o no creerlo? Pues también. Pero hay que reconocer que la explicación que ofrece El libro de Urantia es muy coherente. Lo de Lázaro fue una resurrección material, pues Jesús quería dar una nueva oportunidad a los dirigentes religiosos judíos de que creyeran en él («Yo soy el camino, la verdad y la vida») y en su mensaje. En el caso de Jesús, no tenía sentido resucitar en el mismo cuerpo físico pues su misión en la Tierra ya había terminado y debía pasar a la siguiente etapa como mortal, la misma etapa por la que pasamos todos después de morir.
En cuanto a que vaya en contra de la ciencia... La ciencia es un conjunto de conocimientos en constante cambio y ampliación. Las teorías de hoy pueden verse refutadas mañana, ha pasado miles de veces en la historia de la humanidad. También es cierto que la ciencia no puede explicarlo todo, pues solo se centra en el nivel material, y hay realidades que trascienden ese nivel y que explican muchos supuestos milagros. Esta realidad (la de la resurrección) es una de las que no podemos explicar con la ciencia de la que disponemos hoy día.
6. No hay ángeles ni espíritus celestiales.
Una vez más, que no los veamos con nuestra limitada visión humana ni los percibamos con nuestros sentidos no significa que no existan. Su existencia me parece perfectamente coherente, pues son los que se encargan de hacer todo aquello en los que Dios delega. Por muy omnipotente que sea Dios, no es de ningún modo necesario que Él se encargue de absolutamente todo. Todo ser tiene su función en la organización del universo y no hay solapamiento de funciones.
Personalmente no he tenido experiencias de ver ni sentir a ningún ser celestial, pero me parece perfectamente plausible que formen parte de la organización del universo como parte de la tropa del Creador, creo en que están ahí y espero con ilusión el día que pueda verlos y tratar con ellos.
(Continúa en otra entrada, que tampoco quiero extenderme mucho en esta para no aburrir. En estos tiempos los textos largos se descartan con demasiada facilidad).
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