Por otra parte, vivimos en unos tiempos donde estamos sobrecargados de información, muchas veces contradictoria y difícil de contrastar (aunque no imposible). Unos nos dicen que estas crisis que nos visitan son cíclicas y pasajeras, y que una vez se pasen todo irá bien. Otros nos dicen que esta crisis es un aviso de un colapso mucho más serio y que la civilización occidental está al borde de la caída. Y en medio estamos los que queremos saber qué está pasando realmente.
Muchos de los que advierten sobre el colapso de nuestra civilización recuerdan una cita de Lucio Anneo Seneca y aluden al efecto del mismo nombre del sabio hispanorromano:
“Sería algún consuelo para la debilidad nuestra y de nuestras obras si todas las cosas perecieran con la misma lentitud que llegaron a existir; pero tal como son las cosas los incrementos son de lento crecer, la ruina es rápida”, Epistola XCI a Lucilio (negrita añadida)
Imagen gráfica de cómo se produce el efecto Séneca en el desarrollo de una civilización. |
No soy de las que acepto los argumentos catastrofistas porque sí. Siempre recuerdo que tengo un libro de un astrólogo argentino que decía que en 1983 iba a haber una gran catástrofe, y... bueno, aquí estamos. El problema está cuando son científicos y especialistas diversos los que coinciden en señalar no ya que estamos a punto de alcanzar el punto sin retorno, sino que ese punto ya lo hemos pasado y lo que toca ahora es hacer lo posible por mitigar el golpe. Nos dicen que vamos cuesta abajo montados en un vehículo sin frenos y lo único que podemos hacer es fabricar unos airbags que nos salven la vida cuando llegue el momento del impacto.
Es muy curioso para mí ver que se habla de viajar a Marte, de la implementación de la tecnología 5G, de la utilización generalizada de vehículos eléctricos para transportar personas y mercancías, y siempre me hago la misma pregunta: ¿con qué energía? ¿Con qué materiales? Ahora mismo la fuente de energía que se emplea en su mayor parte es la que procede de los hidrocarburos, y algunos de ellos han alcanzado su pico de producción hace años y otros están a punto de alcanzarlo. Lo mismo puede decirse de muchos minerales de los que se extraen metales y otros materiales necesarios para fabricar componentes de todo tipo que consideramos imprescindibles para nuestra vida cotidiana. Si tenéis tiempo y ganas, investigad sobre los materiales de los que están hechos los componentes de los teléfonos móviles, esos que al cabo de cinco años quedan obsoletos y de los que preferimos no saber a dónde van a parar una vez los desechamos.
Como dice el refrán, "el diablo está en los detalles", y demasiadas veces nos quedamos en la idea general sin entrar en los recovecos, porque esos detalles son los que tienen respuestas incómodas o directamente no la tienen.
Muchas personas creen que la Ciencia se va a sacar de la manga una solución maravillosa que resuelve nuestra escasez de energía o de materiales. Por desgracia (y permitidme que haga una referencia a mi novela La voz de los pioneros), todavía no ha salido a la luz pública ningún Kin Lates que haya descubierto la energía última. Y si se descubriera o estuviera aquí entre nosotros, pensemos que un descubrimiento así podría hacer que destruyéramos aún más el planeta. Este efecto lo descubrió el economista William S. Jevons en el siglo XIX y es conocido como la paradoja de Jevons.
Mientras tanto todos seguimos intentando hacer nuestra vida normal (ahora un poco más complicada debido a la COVID-19) sin pensar en los problemas serios de fondo que no van a desaparecer por mucho que los ignoremos, como el elefante rosa en la habitación.
Hay una frase que un querido amigo mío estadounidense ya fallecido decía a menudo cuando insistía en conocer lo que pasaba: "If you don't get the facts, the facts will get you" (traducido libremente: si no pillas los hechos, los hechos te pillarán). Por eso creo que el primer paso es ver el elefante rosa y plantearse qué hacer con él. Una persona sola no puede cambiar el mundo, pero si se tomara conciencia a nivel planetario es muy probable que hubiera un cambio positivo.
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