miércoles, 8 de julio de 2020

¿Por qué no vemos el elefante rosa en la habitación?

Desde hace ya años que veo y leo señales por todas partes del colapso de la civilización, pero veo que en general la gente no suele prestar mucha atención a estas voces de alarma. Es como la imagen del elefante rosa que está en una habitación llena de gente: parece imposible no verlo, pero todo el mundo se comporta como si no existiera. Y sin embargo ahí está, esperando que le prestemos atención. O como la orquesta del Titanic, que siguió tocando como si no pasara nada hasta que el transatlántico se hundió.

Por otra parte, vivimos en unos tiempos donde estamos sobrecargados de información, muchas veces contradictoria y difícil de contrastar (aunque no imposible). Unos nos dicen que estas crisis que nos visitan son cíclicas y pasajeras, y que una vez se pasen todo irá bien. Otros nos dicen que esta crisis es un aviso de un colapso mucho más serio y que la civilización occidental está al borde de la caída. Y en medio estamos los que queremos saber qué está pasando realmente.

Muchos de los que advierten sobre el colapso de nuestra civilización recuerdan una cita de Lucio Anneo Seneca y aluden al efecto del mismo nombre del sabio hispanorromano:

“Sería algún consuelo para la debilidad nuestra y de nuestras obras si todas las cosas perecieran con la misma lentitud que llegaron a existir;  pero tal como son las cosas los incrementos son de lento crecer, la ruina es rápida”, Epistola XCI a Lucilio (negrita añadida)

Imagen gráfica de cómo se produce el efecto Séneca en el desarrollo de una civilización.

No soy de las que acepto los argumentos catastrofistas porque sí. Siempre recuerdo que tengo un libro de un astrólogo argentino que decía que en 1983 iba a haber una gran catástrofe, y... bueno, aquí estamos. El problema está cuando son científicos y especialistas diversos los que coinciden en señalar no ya que estamos a punto de alcanzar el punto sin retorno, sino que ese punto ya lo hemos pasado y lo que toca ahora es hacer lo posible por mitigar el golpe. Nos dicen que vamos cuesta abajo montados en un vehículo sin frenos y lo único que podemos hacer es fabricar unos airbags que nos salven la vida cuando llegue el momento del impacto.

Es muy curioso para mí ver que se habla de viajar a Marte, de la implementación de la tecnología 5G, de la utilización generalizada de vehículos eléctricos para transportar personas y mercancías, y siempre me hago la misma pregunta: ¿con qué energía? ¿Con qué materiales? Ahora mismo la fuente de energía que se emplea en su mayor parte es la que procede de los hidrocarburos, y algunos de ellos han alcanzado su pico de producción hace años y otros están a punto de alcanzarlo. Lo mismo puede decirse de muchos minerales de los que se extraen metales y otros materiales necesarios para fabricar componentes de todo tipo que consideramos imprescindibles para nuestra vida cotidiana. Si tenéis tiempo y ganas, investigad sobre los materiales de los que están hechos los componentes de los teléfonos móviles, esos que al cabo de cinco años quedan obsoletos y de los que preferimos no saber a dónde van a parar una vez los desechamos.

Como dice el refrán, "el diablo está en los detalles", y demasiadas veces nos quedamos en la idea general sin entrar en los recovecos, porque esos detalles son los que tienen respuestas incómodas o directamente no la tienen.

Muchas personas creen que la Ciencia se va a sacar de la manga una solución maravillosa que resuelve nuestra escasez de energía o de materiales. Por desgracia (y permitidme que haga una referencia a mi novela La voz de los pioneros), todavía no ha salido a la luz pública ningún Kin Lates que haya descubierto la energía última. Y si se descubriera o estuviera aquí entre nosotros, pensemos que un descubrimiento así podría hacer que destruyéramos aún más el planeta. Este efecto lo descubrió el economista William S. Jevons en el siglo XIX y es conocido como la paradoja de Jevons.

Mientras tanto todos seguimos intentando hacer nuestra vida normal (ahora un poco más complicada debido a la COVID-19) sin pensar en los problemas serios de fondo que no van a desaparecer por mucho que los ignoremos, como el elefante rosa en la habitación.

Hay una frase que un querido amigo mío estadounidense ya fallecido decía a menudo cuando insistía en conocer lo que pasaba: "If you don't get the facts, the facts will get you" (traducido libremente: si no pillas los hechos, los hechos te pillarán). Por eso creo que el primer paso es ver el elefante rosa y plantearse qué hacer con él. Una persona sola no puede cambiar el mundo, pero si se tomara conciencia a nivel planetario es muy probable que hubiera un cambio positivo.







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